Señoras y señores.
Permítanme que en primer lugar me dirija a la Universidad de Castilla La Mancha en su conjunto y al Rector Magnífico en particular para agradecer la iniciativa que ha llevado a celebrar este acto y sobre todo, por solicitar de mi persona, que exprese unas breves palabras en torno a la figura de Don Gregorio Marañón.
No puedo dejar pasar la oportunidad de recordar, la importancia del mismo, ya que el título de Doctor y entre ellos el Honoris Causa es el máximo reconocimiento que se puede obtener por parte de esta vital institución, fundamento de la sociedad, en que afortunadamente vivimos.
Debo también agradecer por su presencia a todas las personalidades que hoy nos acompañan:
Sra. Alcaldesa de la ciudad de Toledo, Sres. ex-Presidentes de la Junta de Castilla la Mancha, Sr. Consejero de Cultura de la Junta de Comunidades, Señoras y Señores Vicerrectores.
Y por supuesto a todos los presentes, autoridades, profesores, miembros del Pas y también como no podría ser de otra forma a los estudiantes, sin los toda Universidad carece de sentido.
Estamos en Castilla.
Un territorio libre,
Un gran espacio de oportunidad, con ciudades que conservan una historia verdadera.
Se trata de un lugar sorprendente, que sin embargo, en ocasiones nos cuesta reconocer y aceptar.
Si viajáramos desde un país lejano y descubriéramos la Mancha, nos asombraríamos.
Cees Notheboon, el gran escritor holandés dice de este lugar:
«La casa de Dulcinea es más real en la mente de las personas que si alguna vez hubiera existido».
Cervantes, el escritor más importante de la historia, nos pertenece.
Es Castilla la Mancha, una extensión mayor que Bélgica y Holanda juntos, con una población comparable a Luxemburgo.
Si hacemos esta comparación, nos podemos preguntar:
¿Sería posible pensar que un neerlandés, dudara de su territorio y de su Universidad?
¿Podríamos imaginar que quien aquí vive, no crea en aquello que poseemos?,
Porque . . .
Seguramente es mejor de lo que podemos pensar a primera vista.
Por su origen y por su condición inter-campus, la Universidad de Castilla la Mancha está al nivel de las mejores.
Todos los días lo leemos.
¡Pero no nos lo acabamos de creer!
Somos un pueblo desconfiado, acostumbrado a perder, pero con un gran orgullo interior.
Sin embargo, . . .
Ha llegado el momento de cambiar esta tendencia.
Este es el tiempo de levantar los ojos y mirar con entusiasmo a todo lo que tenemos en esta tierra.
Su naturaleza, sus oficios, sus tradiciones, el patrimonio artístico, los productos de la artesanía y del campo, el paisaje y la historia.
Pocos lugares como Castilla la Mancha y desde luego como Toledo, que un día fue capital de un Imperio y hoy sigue siendo el centro de una cultura.
El centro de un país. . .
¿Cómo es posible que olvidemos esto?
¿Qué pasaría, si mañana nos dijesen que la Universidad de Castilla la Mancha, la nuestra, ha desaparecido?
Si nos dijesen, que es obligatorio estudiar en otro lugar.
¿Qué pasaría si ya no pudiésemos elegir?
Sólo con nuestra defensa, con nuestra unión y apoyo, el de todos, permanecerá y seguirá su camino manteniendo el puesto que hoy ostenta.
Porque las cosas se pueden torcer.
Sabemos que estropear, es más fácil que arreglar.
Sabemos que es más cómodo quejarse, que animar.
De otras tierras, llueven todos los años peticiones de estudiantes extranjeros que piden cursar sus estudios aquí.
Profesores de universidades públicas y privadas desean impartir sus clases con nosotros.
Es por esto que no podemos desaprovechar una oportunidad como la que se nos brinda.
Es hora de reflexionar, . . . de entender la escala de los lugares y sus virtudes.
Es hora de construir entre todos una sociedad que sólo, con la savia nueva de los jóvenes, podrá desarrollarse.
Enviar, por error, por temor en muchos casos, a estudiar a nuestros hijos a otros lugares cuando tanto se ha luchado por obtener una gran Universidad, es tirar por tierra un tesoro que hoy nos pertenece.
Tenemos que conseguir que nuestros jóvenes lo aprovechen y lo engrandezcan.
Por supuesto también conociendo el mundo exterior.
Y es aquí donde brilla la figura de Don Gregorio Marañón.
Porque no olvidemos, que hoy nos reunimos para celebrar su figura, clave en la cultura española, pero de forma muy intensa de Toledo y por extensión en Castilla la Mancha.
Permítanme,. . . Permítame Excmo. Sr. Marañón hacer una breve glosa personal:
Seguramente usted sabrá que . . . su abuelo, Gregorio Marañón Posadillo, ¡Fue un gran médico!
Un historiador respetado por todos, pero sobre todo un gran humanista, y para mi lo más importante, . . .un defensor de la libertad del pensamiento.
Fue tal su grandeza, que su familia fue distinguida tiempo después en la figura de su padre, D. Gregorio Marañón Moya, con el título Marqués de Marañón, con Grandeza de España, en reconocimiento a sus aportaciones a la medicina y la cultura de la España del siglo XX, título que le pertenece a usted desde el año 2002, si mis datos son ciertos.
Demostrando que nada es fácil, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, a los 21 años terminó su licenciatura de forma brillante en la Facultad de Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, como lo atestigua el color rojo que hoy presenciamos en su traje académico.
Durante su etapa universitaria dirigió la revista «Libra», cuyo Consejo de Redacción estaba compuesto por figuras de la relevancia, del periodista Juan Luis Cebrián y de los futuros ministros José María Maravall, José Pedro Pérez-Llorca, Juan Antonio Ortega y Luis Gámir. Todos ellos con un perfil marcadamente liberal o socialdemócrata.
Fue usted, uno de los fundadores de «Cuadernos para el diálogo», y perteneció a la Ejecutiva de la clandestina «Unión de jóvenes demócratas-cristianos«, que se convertiría, más tarde, en el también llamado Partido Demócrata-Cristiano.
En 1963 se lanzó a la defensa de los más desfavorecidos, en la campaña de educación de la Sierra de la Sagra en Granada, hecho que marcó un hito importante en su vida.
De profundas convicciones democráticas, su pensamiento, rezan los libros, está marcado por pautas liberales y progresistas, en defensa de la libertad y los derechos humanos.
En 1967, junto a Óscar Alzaga, fundó uno de los primeros despachos colectivos de abogados españoles que desarrolló una importante carrera financiera, siendo director general del Banco Urquijo, presidente de BANIF, y consejero de Argentaria y del BBVA.
En el ámbito cultural, fundó la Real Fundación de Toledo de la que fue durante 20 años su presidente.
En 2012 asumió la presidencia de la Fundación “El Greco 2014”.
Fundó también, el Teatro de la Abadía, que en la actualidad preside y el Centro Internacional de Toledo para la Paz de la que es patrono. Desde el año 2007 es presidente del Teatro Real, habiendo logrado que sea la primera institución española del ámbito de las artes escénicas y musicales, y una de las principales instituciones culturales de nuestro país.
Al ostentar este importantísimo cargo, en noviembre de 2008 impulsó el nombramiento de Gerard Mortier como su Director Artístico.
Desde la Real Academia Española, se escribió con ocasión del nombramiento de Gerard Mortier:
“Saludamos su llegada al Real como el gran acierto de Gregorio Marañón.
Había que resucitar al moribundo y se necesitaba de la tensión y la provocación.
Con prudencia, con serenidad, sin convencionalismos.
Con respeto, incluso a lo insospechado.
Hoy se vuelve a hablar de ópera en Madrid con la debida pasión.
Se debate, se discute, se discrepa o se coincide, pero el Teatro Real ha salido de un prolongado letargo.”
Es este un ejemplo que deseo resaltar,
Ya, que da una clara idea de su compromiso, de su talante y determinación, desde hace tantos años con el legado intelectual, artístico y cultural de este país, habiendo impulsado diferentes plataformas culturales desde la sociedad civil.
Esta sociedad civil, que tanto necesitamos en España.
Hoy, es necesario además recordar, su contribución a la constitución de las Fundaciones Ortega y Marañón y a su posterior fusión, desarrollando en Toledo el Centro de San Juan de la Penitencia.
En la actualidad es académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando,
Académico honorario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo,
Académico numerario de la Academia Europea de Ciencias, Artes y Letras,
Y académico, correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.
Además es patrono de la Real Fábrica de Tapices, de la Biblioteca Nacional y del Museo del Ejército, entre otras fundaciones.
Escritor y articulista en los principales diarios españoles, ha participado con su pensamiento en numerosas publicaciones que no es posible enumerar aquí y de las que creo necesario destacar como muestra de su vinculación a Toledo, las siguientes:
I-Libros:
Toledo, Patrimonio de la Humanidad. 1997.
España: Ciudades Patrimonio de la Humanidad. «El laberinto de Toledo» 2010.
Memorias del Cigarral. 1552-2015 de Gregorio Marañón.
III- Artículos:
El ya célebre artículo “Salvar Toledo” (Carta abierta al Ministro de Cultura denunciando la situación de la ciudad) preámbulo a la creación de la Real Fundación de Toledo.
Y “Salvar el Toledo Visigodo”, El País, 2006, sobre la situación de la Vega Baja.
Quiero recordar también, discursos memorables
Un juego de Espejos: Toledo desde un Cigarral. (Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando) Madrid, 2004.
Palabras Académicas. Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Toledo, 2007.
En un lugar de Toledo– Laudatio del Ecxmo Sr. Don J.M. Barreda, en la recepción de la medalla de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 2008.
Y muchos más…
En 1978 adquirió a su familia, el Cigarral de Menores, que perteneció a su abuelo el Doctor Marañón y donde éste escribió gran parte de su obra, promoviendo en 2007 su declaración como monumento con la categoría de BIC (Bien de Interés Cultural).
Este hecho, es impresionante, porque lo corriente es hacer lo contrario, descatalogar los bienes para derribarlos.
Sólo por este acto, desde nuestro punto de vista, merece el título que hoy celebramos.
Y así lo saluda la Escuela.
En 2004 participó en la creación del Centro Internacional de Toledo para la Paz cuyo fin es mediar en la resolución de conflictos internacionales.
Ya he citado que fue Fundador de la Real Fundación de Toledo de la fue su Presidente, de la que ahora es Presidente de Honor, y en 2014 de la Fundación Greco, llevando a cabo con éxito una Institución de carácter público que, como todos sabemos, que se encargó de organizar la conmemoración del IV centenario de la muerte del pintor, hecho que marcó un antes y un después en el Toledo moderno.
Gregorio Marañón es alguien que no deja indiferente.
Nuestra sociedad a veces no es capaz de ver la importancia de figuras como la suya, no encontrando en ocasiones, el sentido que tienen los títulos y reconocimientos, porque estos, siempre acarrean una carga de trabajo y responsabilidad que sólo el que los posee y sufre, es capaz de ver.
El acto que hoy aquí celebramos, transciende absolutamente lo personal, porque lo que aquí hacemos, es seguir poniendo soportes a la vida en común, y también a la cultura.
Y es en este punto, en el que requiero su atención, y la de todos nosotros, para explicar un argumento general desde lo particular.
Y también, lo reconozco, para ayudar a la defensa de la actividad desde la que hablo, es decir la Arquitectura.
Porque hubo un tiempo, en el que el debate fundamental era que los estudios de arquitectura debían desaparecer, para de una vez pasar a integrar la posición de una pieza en un gran engranaje dirigido por grandes corporaciones.
Un tiempo, en el que se llegó a pensar que ya había demasiados estudiantes, recurriendo a la idea de que solo unos pocos cursaran la carrera, algo que sería suficiente para dirigir grandes empresas.
En muchos foros, se afirmaba que la profesión del arquitecto dejaría de ser lo que hasta ese momento había sido.
De alguna manera ese tiempo coincidió con la fundación de la Escuela de Arquitectura de Toledo.
Cuando parecía que todo estaba perdido, ocurrió un hecho inesperado que nos salvó.
Ese hecho, . . .se llamó crisis.
Grandes, enormes corporaciones cayeron y todos fuimos conscientes de que todo es frágil y de que los dinosaurios desaparecieron y sin embargo las salamanquesas pequeñas siguen paseando nerviosas por el planeta.
Permítanme que por un momento recuerde mi primer encargo.
No por presunción, sólo para explicar con claridad lo que quiero decir.
Era una pequeña casa para una mujer humilde.
El segundo, fue un gran edificio que debíamos realizar un equipo compuesto por un grupo de arquitectos recién licenciados para el entonces Ministerio de Obras Públicas.
Recuerdo que eso, fue una iniciativa de Manuel de las Casas nuestro maestro, a quien hoy quiero rendir sincero homenaje de nuevo.
Llevo grabada la enorme dificultad del primero y la facilidad del segundo.
Ahí me di cuenta, que es al menos igual de difícil lo grande y lo pequeño.
En toda actividad humana ocurre algo curioso, se insiste en la idea de que para todo lo grande, hacen falta enormes estructuras empresariales.
Y, . . para todo lo pequeño vale cualquier cosa.
Sin embargo esta es precisamente la clave de la enseñanza universitaria, porque para todo lo pequeño y para todo lo grande hacen falta personas formadas.
Pero hay una razón aún más importante.
La formación intensifica y mejora la vida de las personas, por lo que aunque sólo fuera por egoísmo, parece que obtener unos estudios superiores, es algo que debiéramos desear todos.
Y si lo grande es igual a lo pequeño, entonces, las grandes empresas, debieran ocuparse de lo pequeño y las mentes individuales de los grandes problemas, porque está demostrado que hay demasiadas cosas resueltas que tienen todo lo material y les falta todo lo espiritual.
Y esto es debido, a que el valor espiritual de las cosas sólo lo puede aportar cada persona de forma individual.
¡Un poeta mueve a toda una generación!
Hoy estamos aquí, para destacar como Doctor Honoris Causa a una persona sobre la que he oído hablar muy bien y a veces, he notado que ha sido objeto de discusión su persona, no se si él lo sabe.
Sólo ocurre esto con las personas importantes que afectan a nuestra vida.
Hoy estamos aquí para observar la trayectoria de alguien, que con una enorme discreción, ha dado forma a empresas que nos han afectado a todos, bastaría con pensar en la palabra Fundación Greco.
Pero sobre todo, estamos aquí para tratar de ser agradecidos y para pedir a nuestro invitado que siga dando de si mismo lo mejor, en pos de nuestro bien, es decir el de la comunidad.
Porque este nombramiento como todos, encierra un regalo escondido:
Que su figura ayude a la gran Universidad de Castilla La Mancha.
Cuando pedimos desde Arquitectura el reconocimiento de D. Gregorio Marañón como Doctor Honoris Causa de la Universidad, el argumento más importante fue:
Ojalá, otras ciudades tuvieran la suerte de contar con alguien como él.
Con una persona, que se ha unido de tal forma a la historia de esta ciudad y que ha acrecentado su cultura, capaz de ser embajador de ella y sobre todo con alguien que sigue aquí, porque demasiados se han dejado llevar por las sirenas de un supuesto triunfo y se han ido a recibir sus reconocimientos al otro lado del atlántico.
Si yo tuviera que destacar una virtud, si pudiera abrir los ojos a la comunidad universitaria y a la ciudad de Toledo, dando la razón más destacada de la figura de Gregorio Marañón, esta sería:
“La virtud de la fidelidad”.
Porque nadie como él, pudiendo elegir otras vidas, . . .lo que abunda el mérito, ha demostrado su amor a este lugar y este tiempo, siendo fiel a él y llevando su testimonio a otros lugares, . . .
Porque “Toledos” hay muchos, quiero decir, emplazamientos más o menos bonitos, con arquitecturas más o menos antiguas, incluso con murallas más o menos completas, pero aquí hay personas como Gregorio Marañón, que se han quedado a trabajar para hacer más grande su memoria y por ello nosotros desearíamos que eso siguiera ocurriendo y que esto no sea nada más que el principio de una hermosa y larga amistad.
Y es por esto
Y por lo expuesto,
Por lo que solicito se proceda a investir al Excelentísimo Señor Don Gregorio Marañón y Bertrán de Lis del Grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Castilla-La Mancha
Muchas gracias.
Juan Ignacio Mera